Esta semana comienza la cuarta ronda de negociación del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones y se nos ofrecerá por parte de ambos lados de la negociación, como un Acuerdo que se asemeja a la manzana del jardín del Edén, hermosa y repleta de bondades para los ciudadanos.
Estas bondades serán el crecimiento y el empleo para poder empezar a salir de la actual crisis económica. Pero al igual que la manzana del Paraíso, Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones se convertirá en el fruto maldito que nos llevará a la pérdida de derechos civiles, laborales, medioambientales, sanitarios, etc.
Seamos conscientes de lo que supone la firma de un Tratado sobre el que no tiene información ni tan siquiera los Parlamentarios Europeos y que cuando lo puedan conocer no podrá ser modificado y tan sólo podrán optar por ratificarlo o no ratificarlo.
Estas son las consecuencias de tener un sistema político en el que el Parlamento Europeo, teórico representante de la soberanía popular tiene un papel secundario en las decisiones que nos afectan a todos, primando el papel de la Comisión Europea, organismo no democrático y por lo tanto cuya legitimidad resulta más que cuestionable.
INTRODUCIÓN
El Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones como ya hemos visto supone un avance de los objetivos de Doha que lleva los Acuerdos Comerciales Regionales (ACR) a un nivel de eliminación de barreras comerciales más allá del perfeccionamiento de los acuerdos alcanzados en los tratados bilaterales, sino que también entra en aquellos puntos en los que existen diferencias substanciales de criterio entre las partes.
Esta negociación total sobre todos los elementos económico-sociales convierte al Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones en la negociación más ambiciosa jamás emprendida y quienes defienden este acuerdo muestran cifras que sólo mirarlas producen vértigo.
Las exportaciones de ambos bloque suponen el 14,7% y las importaciones el 17,2% en el conjunto del comercio internacional.
En cuanto a la mejora del comercio específicamente para las partes implicadas supondrá un aumento en sus exportaciones hacia Estados Unidos para la Unión Europea de 119.000 millones de euros anuales y en el caso norteamericano de 95.000 millones de euros anuales.
Este aumento del comercio entre ambas partes tendrá una repercusión sobre la renta por familia de un extra de 545 euros al año en la Unión Europea y de 655 euros en Norteamérica.
Pero aquí no terminan las bondades de la firma del Tratado, ya que la firma permitiría un aumento del intercambio de mercancías de un 25% entre las dos partes los que supondría para la UE un aumento de volumen en 187.000 millones de euros.
En cuanto a las exportaciones en conjunto de la UE la firma del Tratado supondría un aumento en las exportaciones del 6% y en el caso de EEUU del 8%.
La Unión Europea es primer socio comercial de Estados Unidos con una cuota de mercado del 17,6% y USA es el segundo socio comercial de la UE después de China, con una cota de mercado del 13,9%.
Más ventajas de la firma del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones sería el impacto sobre el PIB. Según los cálculos de los expertos de ambas partes negociadores, el incremento medio del PIB en la Zona Euro sería del 4,95%, frente a una media de crecimiento en el actual escenario tan sólo crecería un 0,27%.
Este impacto sobre el PIB sería especialmente beneficioso para los países del norte de Europa como Suecia con un crecimiento del 7,30%, Finlandia con el 6,24%, además de Inglaterra, la más beneficiada de todos con el 9,70% y un país fuera del norte de Europa como España que impulsaría su PIB un 6,75%.
Según los defensores de la eliminación de barreras arancelarias y no arancelarias no sólo habría benéficos en las rentas familiares, en el crecimiento del comercio entre las partes y por lo tanto impulsando el crecimiento del Producto Interior Bruto, sino que a todo esto habría que añadir el impacto del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones sobre el empleo.
El sector exportador ocupa de manera directa o indirecta al 13% de los trabajadores europeos, lo que supone 30 millones de empleos, y de estos el 17% dependerían del comercio bilateral.
La firma del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones según sus defensores aportaría al mercado laboral 2 millones de puestos de trabajo, cifra que demuestra de manera clara que la repercusión de la firma del acuerdo no sólo beneficiaría a las empresas, sino también al mercado laboral incluyendo, la mejora de los salarios tanto para trabajadores no cualificados, como para los trabajadores cualificados.
Resumiendo, la firma del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones aportaría sólo ventajas a los firmantes en materia de empleo, crecimiento, calidad de vida, etc.
A todas estas ventajas, habría que sumar el bajo impacto ambiental de este crecimiento económico y mejora de la competitividad de las empresas provocaría un impacto positivo en los precios permitiendo al consumidor obtener un beneficio extra gracias a la libre competencia del mercado.
En definitiva, la firma del Tratado supondría el necesario impulso para la economía europea para poder volver al camino del crecimiento y por lo tanto dejar a un lado las políticas de ajuste provocadas por la crisis de 2008.
Para Estados Unidos, le permitiría asentar su primer puesto en el comercio mundial y obtener un aumento extra en su crecimiento.
A grandes trazos, este es el escenario que los defensores del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y Estados Unidos nos presentan y que se parece más a una película de Disney que a la auténtica repercusión sobre ambas partes del Tratado de Libre Comercio.
En primer lugar lo que llama la atención es que en ningún momento se hable de aspectos negativos del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones. Sin necesidad de acudir a un concienzudo análisis de los datos económicos, el sentido común nos dicta que por muchas ventajas que pueda tener un tratado comercial, siempre existen aspectos negativos ya sea de manera directa o indirecta.
En segundo lugar, es curioso que las proyecciones que se hacen sobre los efectos del Tratado de Libre Comercio (TLC/ATCI) sean positivas si tenemos en cuenta la actual situación de la economía europea con unas proyecciones de crecimiento ridículas. Sin ir más lejos
, España en 2013 ha contraído su PIB en un -1,2% y tan sólo ha crecido en el último trimestre del año un 0,2%.
Suele ser una práctica común de los organismo internacionales como el FMI, la OMC o la OCDE basarse en los datos del periodo anterior a la hora de hacer proyecciones económicas, lo que suele provocar distorsiones en estas estimaciones ya que cuando los datos anteriores han sido positivos, las proyecciones suelen ser optimistas y exactamente ocurre lo mismo en el caso contrario, cuando los datos que sustentan la proyección son negativos, estas suelen ser negativas.
En el caso del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones no sucede esta regla general que llevó al FMI a no ser capaz de predecir la llegada de la crisis económica que sufrimos en estos momentos. A mí personalmente parece extraordinario que el ATCI se libre de la regla general de las previsiones a futuro sobre el panorama económico.
Esta sorpresa inicial, quedó rápidamente disipada al leer los estudios que sirven como base para los datos presentados por los defensores del ATCI como por ejemplo el de ERCORIS del año 2009 que usa datos del 2007 y años anteriores y que proyectaban hasta durante un periodo de 10 años hasta 2027. En este caso, la economía real se alió en contra del estudio demostrando que la crisis económica tan sólo había mostrado parte de sus consecuencias que a día de hoy seguimos sufriendo.
Un segundo realizado por el
Centre for Economic Policy Research (CEPR) y publicado en 2013 tiene como base el estudio de ERCORIS en cuanto a las proyecciones por sectores económicos, pero mezcla datos macroeconómicos en sus tablas de 2009, 2010 e incluso de 2011. A todo esto hay que añadir que las proyecciones como en el caso de ERCORIS a proyecciones superiores a 15 años.
Este segundo estudio adolece del mismo problema que el primero que toma los datos de las proyecciones no partiendo de por ejemplo 2012 año anterior del estudio, sino que usa datos anteriores a esa fecha intentando obtener un resultado positivo de las proyecciones para el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones.
Ambos estudios también caen en un problema evidente y es que sus proyecciones se realizan en un escenario ideal donde no existan contracciones económicas, ni problemas geopolíticos. Tratan un escenario esterilizado.
Los estudios me recuerdan a los realizados en condiciones ideales en el laboratorio. Para comprender el escenario utilizado por ambos estudios voy a hacer una correlación sencilla comparándolo con un experimento que calcule el desgate de un neumático.
Imaginemos colocáramos un neumático sobre una superficie perfectamente pulida, con un movimiento y velocidad constantes. Además para observarlo lo colocamos dentro de una de una urna y al cabo de x horas al observar el desgaste del neumático comprobamos que es regular y que muestra una alta durabilidad.
Yo desde luego no compraría ese neumático que ha sido probado en una situación irreal, donde no se han tenido en cuenta factores como el peso del vehículo en el cual irá montado el neumático, tampoco se ha tenido en cuanta la abrasión que provoca el asfalto, ni las variaciones impuestas por condiciones climatológicas adversas como la lluvia o el viento.
Esto mismo es lo que le sucede a los dos estudios anteriores que forman parte de la base de las proyecciones del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones.
Este tercer estudio, analiza los datos de los dos anteriores y amplia más en profundad el impacto sobre aspectos sociales y medioambientales del ATCI. Sin lugar a dudas, los datos que arroja tienen una lectura muy diferente a la que presentan los negociadores del ATCI y es mucho más crítico sobre los efectos del Tratado, calificando los beneficios en la mayoría de los casos como irrelevantes.
No hay mejor manera de comprender esta afirmación con un ejemplo
. En la página web recientemente abierta en castellano sobre el ATCI se incluye el acceso al informe de la Fundación Bertelsmann y se afirma, cito literalmente:” Para España, el acuerdo podría significar 143 000 nuevos puestos de trabajo y un incremento de su PIB per cápita en un 6,5 %, según la Fundación Bertelsmann”
Sólo hay un pequeño problema que seguro algún lector se ha dado cuenta, las cifras de empleo y de crecimiento que se presentan no son anuales, sino que habría que dividirlas entre 15 años.
De tal manera que los 133.000 puestos de trabajo quedarían reducidos a 8.866 y el crecimiento del PIB 6,5%, quedaría en un avance anual de tan sólo el 0,43%.
Como se puede comprobar, en función de cómo presentemos los datos, los resultados pueden variar mucho.
El objetivo de los siguientes apartados es desglosar y contraponer las cifras tan positivas que se nos presentan en defensa del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones utilizando esos mismo datos para demostrar no sólo lo irrelevante e ineficaz del ATCI, sino los aspectos negativos que provoca.
Un segundo objetivo es aportar datos y argumentos en español con el fin de que no se circunscriba exclusivamente la discusión al ámbito anglosajón y técnico, sino que sea posible acercar la información a cualquier ciudadano que hable el castellano.
Los apartados serán los siguientes:
- Marco negociador, máximos y mínimos a alcanzar
- Aranceles
- Impacto del ACTI en el crecimiento del PIB y en la renta per capital personal.
- El empleo
- Efectos del ACTI sobre España.
- Protección al Inversor
- Impacto ambiental, propiedad intelectual y otros
- Conclusiones
- Acceso a la bibliografía básica del trabajo para ser leída o descargada.