Instituto para las Obras de Religión

La noticia de que por primera vez la Banca Vaticana (IOR) ha publicado su contabilidad del año 2.012 tras más de un siglo de oscurantismo, ha sido portada de múltiples periódicos que lo han considerado como un gran avance y un síntoma  de transparencia por parte del nuevo Papa Francisco.

Si bien en un primer momento provoca un fuerte impacto la noticia debido al halo de corrupción que ha destilado la Banca Vaticana, sobre todo en relación al escándalo provocado por el Banco Ambrosiano, si realmente queremos saber la verdad sobre las cuentas del Vaticano, no debemos quedarnos en el cebo de distracción de la contabilidad del IOR (  Instituto para las Obras de Religión) sino que es necesario acudir a otras fuentes más fiables y menos conocidas como el BIS (Bank for International Settlements) Banco Internacional de Pagos que este año en el mes de abril publicó un informe en que publico las inversiones en el extranjero por países.

En dicho informe, bastante lago y repleto de datos  y cuadros, en tres pequeños recuadros, aparecieran las inversiones del Estado Vaticano, no olvidemos que tiene el estatuto de país independiente,  en el extranjero y que cifraba los depósitos a 30 de septiembre de 2.012 en 285.239 millones de dólares y los préstamos en 448.430 millones de dólares.


Como podemos ver, existe una enorme diferencia entre los activos declarados por la Banca Vaticana, que ascendían a 4.985 millones de euros y por ejemplo los depósitos en el extranjero que suponen 285.239 millones de dólares (210.000 millones de euros).

Este choque entre datos, muestran que el Vaticano y la Iglesia está muy lejos de ser transparentes y que sigue funcionando como parte del poder económico mundial y como consecuencia de ello continua siendo un poder en la sombra.

Si nos referimos a España, la iglesia en su conjunto recibe del Estado en torno a 10.000 millones de euros al año,  en términos presupuestarios estaríamos hablando del Ministerio en la sombra con ese presupuesto.

En mi opinión, el Vaticano ha optado pasar del oscurantismo al espejismo de la transparencia, pero que en términos reales sólo es un efecto traslúcido, deja pasar la luz, pero que no permite ver lo que realmente hay detrás.
 
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