En cuanto a los argumentos
económicos, en general los defensores del TTIP suelen hablar en términos
generales tales como “crecimiento económico”,
“aumento del empleo”, “mejora de la competitividad de las empresas
europeas y más en concreto de las españolas”, etc, evitando aportar datos que
avalen dichas afirmaciones, como se puede ver en la entrevista de Santiago
Fisas o la de González Páramo, Consejero Ejecutivo del BBVA.
(Para leer la primera parte de este artículo titulada "El TTIP el sueño húmedo de políticos y economistas neoliberales como Daniel Lacalle (I)", pincha en ste enlace)
(Para leer la primera parte de este artículo titulada "El TTIP el sueño húmedo de políticos y economistas neoliberales como Daniel Lacalle (I)", pincha en ste enlace)
En el caso de Lacalle, sí opta
por un suave unte argumentativo con algunos datos económicos su defensa del
TTIP. De hecho, los primeros datos que presenta son los del Tratado
Transpacífico, TPP y no los del TTIP.
Es evidente que prefiere dar las
previsiones de un Tratado que aún no está vigente, que un Tratado como el NAFTA
que ha demostrado en sus 22 años de funcionamiento ser un absoluto fracaso, con
un crecimiento del PIB en sus primeros 8 años del 1,7% (0.21% año), una pérdida
adquisitiva en el mismo periodo, aumentado un 12% la pobreza en México y un aumento
del desempleo en más de un millón de personas.
En cuanto a los datos empleados
por Lacalle, han sido cuidadosamente escogidos, tomando como referencia el
crecimiento de España, país que en los informes del TTIP sería unos de los
países más beneficiados y evitando utilizar tanto el supuesto crecimiento del
PIB en la Unión Europea, como el dato de crecimiento que los estudios manejaban
en aquellas fechas del crecimiento de España sin la aplicación del TTIP.
En el caso de la Unión Europea el
crecimiento previsto por la implantación del TTIP sería del 0,045% del PIB.
Puede extrañar esta cifra, contrasta con la dada por la Comisión Europea de
entre el 0,3% y el 0,5% de crecimiento del PIB. La razón de estas cifras
aparentemente contradictorias en sencilla, a la Comisión se le olvidó decir que
el dato se refiere a un periodo de 10 años, por lo que para conocer el
crecimiento del PIB anual habría que añadir un cero más y esto supondría
presentar frente a la opinión pública una cifra insignificante que haría
imposible justificar un acuerdo de
la envergadura del TTIP.
Este mínimo impacto en el
crecimiento de la economía europea era conocido desde el primer momento ya que
el Parlamento Europeo encargó un “Informe de Impacto del TTIP” con el objetivo
de saber si compensaba iniciar las negociaciones del TTIP con Estados Unidos.
Este Informe titulado “European
Commission proposal to authorise the opening of negotiations on a Transatlantic
Trade and Investment Partnership between the European Union and United States
of America” y dirigido por Alexia Maniaki-Griva, donde ya se quejaba de
falta de cooperación de la Comisión Europea a la hora de poder ver la
documentación previa existente del TTIP y de su secretismo, además de concluir
que el impacto mínimo sobre la economía de la Unión Europea, junto al coste de
dinero público que supondría no sólo la negociación, sino la adecuación de
todos los países miembros a las condiciones del TTIP, hacían poco recomendable
su inicio.
A pesar de lo dicho en el informe
del IMPA, en abril de 2013 el Parlamento Europeo aprueba por una amplia mayoría
el comienzo de las negociaciones formales del TTIP entre Estados Unidos y la
Unión Europea.
En cuanto al dato proyectado de
crecimiento del PIB sobre España aportado
que nos da Lacalle, del 0,7%, el que manejamos nosotros, es algo
inferior, 0,65%. Es cierto que en todos
los estudios realizados, España sería uno de los países ganadores en el
crecimiento del PIB, frente a Francia que aún vería una cifra de crecimiento de
su PIB inferior y que rondaría el 0,26%.
Sin entrar a valorar que los
datos se basan en un escenario de “un mercado perfecto”, los mismos estudios
indicaban que sin la aplicación del TTIP el PIB de España crecería un 0,31% y
el de Francia un 0,17%.
Este mínimo impacto del TTIP se
explica de manera bastante sencilla en el caso de la Unión Europea.
Es
necesario tener presente que los mejores clientes de las exportaciones de los
países de la UE, son otros países de la propia Unión Europea y por lo tanto
es lógico inferir que la entrada sin cortapisas de los Estados Unidos en la
Unión Europea suponga el aumento de las importaciones de US e impacte
negativamente en los exportadores tradicionales de cada uno de los países
europeos.
Esto se ve perfectamente en el
caso de las relaciones comerciales entre España y Alemania, recordemos que
Alemania es el segundo país para las exportaciones españolas (Estados Unidos es
el 6º y el 4% del conjunto) y el primero de las importaciones españolas.
En el cuadro que vemos a
continuación elaborado por el Instituto alemán IFO, podemos ver que la
proyección de este prestigioso Instituto es que en el escenario de
liberalización generado por el TTIP, las exportaciones de España hacia Alemania
se reducirían en un -33,71% y que las importaciones de España de productos
alemanes se reducen exactamente en la misma proporción, el -33,71%.
Frente a la liberalización
negativa del mercado generada por el TTIP en las relaciones entre España y
Alemania, un escenario que mantuviera los aranceles tan sólo impactaría en el
actual escenario de crisis económica en el que se proyectan los datos en tan
sólo un -0.57% en el caso de las exportaciones de España a Alemania y a la
inversa en una reducción del -0,39%, escenario más acorde con una realidad
compleja como la actual.
Otros argumentos utilizados de
forma genérica por los defensores del TTIP son la mejora salarial y el aumento
del empleo apoyado en los sectores ganadores del Tratado Transatlántico.
Lacalle prefiere centrarse en la
cifra del crecimiento del PIB a 10 años, dejando como una mera referencia en el
aíre la mejora salarial. Y lo comprendo, ya que la cifra de mejora de los
salarios calculada por la Comisión Europea sería de 545 € al año, en una
familia compuesta por 4 individuos. Esta cifra si la trasladamos a impacto por
persona y mes, quedaría en una mísera mejora de 14,40€ al mes.
En referencia al empleo, Lacalle sí
que decide aportar un dato y es el de la creación de 335.000 empleo en 5 años,
o lo que es lo mismo, 67.000 nuevos empleo al año gracias al impacto del TTIP
en España.
Según las cifras “oficiales” en
España durante 2015 se crearon 525.100 nuevos empleos, por lo que los 67.000
empleos aportados por el TTIP supondrían una mejora en la creación de empleo
del 12%. Eso sí, no nos dicen si la creación es de empleo neto o bruto, por lo
tanto no se aclara si el saldo entre creación de empleo y destrucción del mismo
es positiva, o negativa.
Lacalle ha optado por ofrecer
datos de un estudio publicado por el Instituto de Estudios Económicos, por
cierto, cuyo director durante 12 años fue el actual Ministro de Hacienda en
funciones Montoro. Desde este humilde blog, hemos optado por utilizar los
estudios del Instituto
alemán IFO y el estudio de Jeromin Capaldo basado en el modelo de las
Naciones Unidas de Política Global (United Nations Global Policy Model).
En el caso del Instituto IFO,
prevé que si se aplicara un modelo de liberalización profunda como pretende el
TTIP, la creación neta de empleo estaría en el caso de España entorno al 0,16% y
un crecimiento salarial del 3,65%, lo que supone un impacto mínimo sobre la
economía española.
Es llamativo que el escaso
impacto del TTIP en la creación de empleo no sólo se reduzca a España, sino que
también sea ridículo para Estados Unidos, con una cifra neta del 0,07%. Ocurriendo
lo mismo con las dos principales economías de la Unión Europea, Alemania y Francia con una creación neta de
empleo del 0,04%.
Las proyecciones del IFO aunque
exiguas, son positivas, en el caso de Capaldo, sus proyecciones son bastante
negativas.
Capaldo hace una proyección a 10
años (2025) que estaría dentro del margen razonable de variación aplicable a
los datos del IFO.
Según Capaldo, el TTIP provocaría
la pérdida de aproximadamente -600.000 empleos. Los países del Norte de Europa
serían los más afectados (-223.000 empleos), seguidos de Alemania (-134.000
empleos), Francia (-130.000 empleos) y los países del Sur de Europa (-90.000
empleos).
También supondría pérdidas en los
ingresos de los trabajadores. Francia sería la más perjudicada, con pérdidas de
-5.500€ por trabajador, seguida de los países de Europa del Norte -4.800€ por
trabajador, Reino Unido -4.200€ por trabajador y Alemania -3.400€ por
trabajador.
Si tenemos presentes los dos
anteriores estudios, el TTIP en el mejor de los caso tendría un impacto mínimo sobre
la creación de empleo y el aumento de ingresos de los trabajadores. Y en el
peor de los casos y desde mi punto de vista el más probable, el TTIP supondría
pérdida neta de empleo y disminución severa de los salarios de los
trabajadores.
Cambiando de tema, tanto García
Bercero, como Lacalle y Fisas mantiene que el TTIP no supondrá un peligro para
el medio ambiente, no hará peligrar los servicios públicos y será un enorme
beneficio para las PYMES.
Empecemos con el medio ambiente,
tanto Bercero como Fisas mantiene que el TTIP será sostenible con el medio
ambiente y se mantendrán los actuales estándares europeos.
Si bien el tema del medio
ambiente lo tratan han estudiado en mayor profundidad Greenpeace o Ecologistas
en Acción y por lo tanto no me extenderé en este punto, sí que me gustaría
hacer algunos pequeños comentarios.
El primero, es una contradicción
interna en la que caen una y otra vez los defensores del TTIP y que tan sólo el
estudio de ECORYS ha hecho mención a ello y se refiere simplemente a que, si
las perspectivas de crecimiento son tan positivas y el TTIP si va a suponer un
aumento de las producción, la lógica nos indica que al crecer la actividad
industrial, inevitablemente supondrá un aumento de las emisiones del CO2 y que
el estudio de ERCORYS cuantifica con un crecimientos de las emisiones del 0,5%.
No sólo no podemos hablar de sostenibilidad en el TTIP, o de cumplimiento de
los acuerdos de Paris, sino que el TTIP aumentaría aún más las emisiones
de CO2 a la atmósfera.
En cuanto a lo que considera
medioambiente Lacalle, no parece que este dentro de lo que entendemos el común
de los mortales.
Lacalle argumenta por alguna
extraña razón que el cambio de la provisión de gas de Rusia por Estados Unidos
es la mejor opción para el cuidado del medioambiente en la Unión Europea.
Es paradójico que precisamente
afirme que el gas norteamericano es sostenible cuando es sobradamente conocido
que el aumento en la producción de gas y petróleo en Estados Unidos, es
consecuencia del aumento exponencial del uso para su extracción por medio del
Fracking.
Como seguramente conoce Daniel
Lacalle, el petróleo obtenido mediante francking se llama “tight oil” y el gas
se denomina a y “Shale Gas”. Ambas materias primas con anterioridad al año 2008
eran poco significativas en la producción de gas y petróleo en los Estados
Unidos, pero posteriormente a dicho año aumentaron geométricamente su peso en
la producción diaria y hoy en día suponen aproximadamente un 50% del total de
gas y petróleo producido en Norteamérica.
En el caso de la producción en
2014 de “tight oil” supone 4.5 millones de barriles diarios y en el “Shale Gas”
35 millones de pies cúbicos.
La lógica nos indica que el
supuesto “gas ecológico” proveniente de los Estados Unidos, no será tal, sino que se obtendrá mediante la técnica del
fracking y cuyo impacto negativo sobre el medioambiente es sobradamente
conocido.
En segundo lugar, en referencia a
los servicios públicos, los defensores del TTIP afirman que no se verá
afectados por el Tratado y esto es parcialmente cierto, ya que ningún Estado
estará obligado a privatizar un Servicio Público.
Como toda verdad a medias, suele
ser más peligrosa que las mentiras descaradas. El problema no está en que el
Tratado obligue a Privatizar Servicios Públicos, sino en que si estos Servicios
Públicos se privatizan, los Estados no podrán revertir dicha privatización.
La gran trampa del TTIP y de los
llamados Tratados de última generación está en la nueva forma de excluir una
materia de los mismos. La práctica habitual en las negociaciones de la OMC era
la del uso de listas positivas que plasmaban aquellas áreas que estaban afectadas
por el Acuerdo Comercial, quedando el resto excluidos del Acuerdo.
Los nuevos Tratados Comerciales
introducen un concepto nuevo, la de listas negativas y que obligan a las partes
a incluir en una lista las áreas que quedan fuera del Tratado y por lo tanto el
resto de áreas conocidas y las nuevas que puedan aparecer en el futuro estarían
afectadas por los términos del Acuerdo Comercial.
Es evidente que esta nueva
fórmula, las de listas negativas, para redactar el TTIP, concede una posición
de gran ventaja a las grandes corporaciones frente al Estado y pone en peligro
no sólo los Servicios públicos, sino también los derechos sociales, laborales,
medioambientales. En definitiva, destruye la democracia y permite a las
corporaciones tomar las riendas del poder político, que no sería más que una
sombra chinesca de la voluntad de la ciudadanía.
Tercero, en cuanto al supuesto
beneficio para las PYMES si se aprobara el TTIP, siento de nuevo ponerlo en
duda, aunque tanto Lacalle, como Fisas, González Páramo y García Bercero lo
argumentan como uno de los ejes principales de las bondades del TTIP, eso sí,
sin demasiada fundamentación.
Uno de los problemas del sector
exportador español es que un pequeño número de empresas abarca la mayoría de
las exportaciones.
En España hay 140.000 empresas
que han realizado al menos una exportación a lo largo del año. Del total de
empresas exportadoras, el 50% son PYMES, que en la mayoría de los caso realizan
exportaciones por un valor inferior a 5.000 € al año.
Al contrario de lo que nos
quieren hacer ver, el 62% de las exportación españolas, están de manera directa o indirecta,
controladas por 10 empresas matrices.
En el caso de Estados Unidos, el
número total de empresas exportadoras españolas es de 23.400, de las cuales
14.919 exportan menos de 5.000 euros al año; 3.098 entre 5.000 y 50.000 euros
anuales y 6.285 más de 50.000 euros al año.
Como se puede comprobar, las
3.822 empresas con más de 250 trabajadores, que tan sólo representan el 0,4%
del total de empresas existentes en España,
son las que dominan no sólo el mercado interior, sino también las
exportaciones a la Unión Europea y al resto del mundo.
Nuevamente, las grandes empresas
serían las únicas beneficiadas por el
TTIP.