El título de este artículo es posiblemente la pregunta fundamental que determinará el futuro de nuestro país, ¿Es posible salir de la crisis económica sin regenerar la actual Democracia? y por lo tanto el modelo bajo el cual vivirán las siguientes generaciones.

Comienzo respondiendo a la pregunta con una nueva pregunta ¿es posible que tomando una y otra vez las mismas medidas se consiga un resultado distinto al ya conocido? A esta segunda pregunta estoy seguro que todo el mundo respondería, mismas acciones, mismos resultados y es esa efectivamente la clave del problema y en meollo de la solución. Nuevas medidas, nuevos resultados.

Hace no mucho tiempo hablando con una persona me contaba que un empresario española buscaba financiación internacional y cuando se reunió con la gente que estaba dispuesta a financiar su proyecto la primera pregunta que le hicieron fue ¿quién va a dirigir este nuevo proyecto? Y el empresario respondió, yo. Ante esta respuesta, los inversores le dijeron que ya conocían su trabajo y que si bien había sido bueno hasta este momento, estaba claro que había llegado a su tope y que si quería que invirtieran tendría que buscar a alguien con nuevas ideas y capacidad.

Esta conversación bastante común en el mundo empresarial es absolutamente aplicable a la política y más en concreto a la política económica. Es evidente que ni existen nuevas ideas para salir de la crisis, ni tampoco voluntad para ello, de hecho prima el beneficio inmediato, financiero, frente al beneficio a medio y largo plazo, más común en la economía real.

Leyendo los párrafos anteriores no resulta difícil intuir cual va a ser la respuesta a la pregunta que titula este artículo y esta es que es imposible salir de la actual crisis sin modificar regenerando el actual sistema político y económico. Ya paso el tiempo de aplicar medidas de austeridad para reducir el gasto público, por cierto reducción que se aplica por igual al gasto publico propiamente dicho y a la inversión pública que precisamente es uno de los componentes fundamentales de la regeneración del tejido económico de un país por su efecto multiplicador sobre la economía real.

No es mi intención entrar en la parte de la regeneración de la democracia ya que numerosos colectivos están generando una ingente información sobre ello, sino en la parte económica, parte sobre la cual creo que no se analiza suficientemente y queda reducida al argumento usado por la corriente inmovilista de “detrás de los movimientos sociales  no existen medidas económicas concretas para sacar este país adelante”. Es precisamente esta aseveración la que intentaré desmontar presentando medidas factibles a implementar en un nuevo contexto político.

Lo primero que voy a hacer es negar la mayor y afirmar de manera taxativa que si existen alternativas económicas factibles que permitirán a medio plazo una recuperación económica y con ello una disminución substancial de los actuales índices de desempleo.

He de reconocer que los planteamientos alternativos a la actual política económica ni tiene mucho eco, ni tampoco son el centro de la discusión de los economistas, más aún, el error más común desde mi punto de vista es rebatir las actuales medidas económicas desde los mismos planteamientos de quienes las defienden. O dicho de otra manera, ambas partes tiene como punto de partida los mismos principios, por lo tanto l discusión termina siendo más un asunto de fe y teórico, más que una aplicación realista de una nueva visión económica.

Mi punto de partida es quasi filosófico y se basa en un dilema, ¿quién o qué debe ser la base del nuevo sistema económico? ¿Las personas? O ¿los objetos?

Una pregunta, o muy similar se debió hacer  Roosevelt cuando 4 años después del crack del 29 los Estados Unidos continuaba en una profunda depresión económica y los esfuerzos del gobierno norteamericano inyectando fondos públicos a la banca y reduciendo el gasto de la administración a mínimos históricos no había producido absolutamente ningún efecto sobre la economía norteamericana.

Ante esta situación sin salida, Roosevelt optó por cambiar radicalmente de línea económica y decidió dejar de inyectar dinero en los bancos y compró las hipotecas de los ciudadanos a las instituciones financieras modificando las condiciones de los préstamos para facilitar el pago a los hipotecados. Esta decisión de  Roosevelt se convertiría en el inicio de la recuperación de la economía norteamericana.

Roosevelt, al igual que cualquier persona con un mínimo de sentido común se dio cuenta que la capacidad de absorción de dinero público de los bancos era inagotable por una sencilla razón, los bancos no habían querido aprender la lección recibida en 1.929 y continuaban con el mismo modelo de negocio y precisamente ese tipo de que les había llevado al jueves negro, se mantenía vigente no sólo como modelo de inversión, sino un elemento perpetuador del intenso empobrecimiento dela economía norteamericana.

La primera pregunta que se nos podría ocurrir sería ¿por qué se permitió a la banca durante cuatro años mantener el mismo modelo de negocio que había llevado al país a la ruina? La respuesta no es complicada, al igual que en la actualidad, el poder financiero pesaba más sobre la economía, que la economía real y la base de dicho modelo financiero se basa en el beneficio a corto plazo.


Gráfico de beneficios antes de impuestos en USA 1913-2007
Gráfico de beneficios antes de impuestos en USA 1913-2007


Si observamos el gráfico de la economía norteamericana que va desde 1.913, antes de la crisis del 29, hasta 2007 comienza de la actual crisis se puede observar que en ambos puntos (1929/2007) los beneficios antes de impuestos se disparan superando el 20%. Precisamente esta es una de las claves de las crisis cíclicas profundas, un beneficio disparado en el corto plazo aportado por las instituciones financieras.

Economía financiera frente a economía real
Economía financiera frente a economía real


Con el fin de aportar más claridad, en el gráfico de la parte superior podemos ver como desde 1.947 vemos  como el peso del sector financiero en el Producto Interior Bruto norteamericano nuevamente y de manera progresiva va pesando más que la economía real y que en los años 80 ya supera en peso a la economía real.
Otro dato revelador que nos muestra el gráfico, es que la crisis económica no ha afectado prácticamente en nada al peso del sector financiero sobre el PIB, mientras que mantiene a la economía real en mínimos históricos.

Una vez argumentado que la economía financiera provoca y provocará constantes crisis debido al modelo de alto apalancamiento (inversiones y préstamos muy superiores a la capacidad real para responder a los mismos por parte de las instituciones financieras. Si hablamos de un apalancamiento de 1/10, supone que de 10€ invertidos, sólo existe el respaldo real de 1€).

De lo expuesto anteriormente nace la primera medida económica y es reducir la capacidad de apalancamiento y al mismo tiempo de creación de dinero por parte de los bancos. La medida estaría compuesta por varias acciones, la primera sería la reducción de emisión de deuda soberana para evitar que los bancos la usen como aval a la hora de financiarse o emitir deuda senior.

La segunda sería la separación entre la banca en tres sectores, el primero sería la banca minorista, el segundo la para empresas y el tercera la banca de inversión.

En el primer caso, la banca minorista se ocuparía de las personas físicas y quedaría prohibida la venta de productos financieros complejos.

En el segundo caso, esta banca se encargaría de las personas jurídicas y también quedaría prohibido el uso de productos complejos, y derivados.

El tercer tipo, la banca de inversión, se dedicaría a todo tipo de inversiones financieras, ya fueran complejas, o simples  y podrían acceder a ella todas aquellas personas físicas o jurídicas que mediante certificado del Banco de España tuvieran un conocimiento adecuado de los productos sobre los que prevé invertir.

La ventaja de dividir de esta manera la banca está en que al ser bancos distintos, los malos resultados de la banca de inversión no afectarían a los otros dos grupos. Al mismo tiempo ayudaría a reducir el tamaño de los bancos porque reduciría enormemente su capacidad de apalancamiento.

Pero esta separación no sólo afectaría a la banca comercial, sino que también supondría la separación del dinero público, del dinero privado, de tal manera que el dinero público dejara de estar bajo el control de los bancos privados. Este cambio en la gestión del dinero público implicaría la creación  de un banco público. El tema del Banco Público ya lo he tratado en otro artículo titulado “La creación de El Banco Públicocomo base de la regeneración del sistema político y económico en España” yos remito a él para que leáis la base argumental de esta medida.

Como medida excepcional en el caso de la hipotecas, no se permitiría realizar ninguna que fuera superior al 60%/70% del valor del inmueble.

Respecto a la deuda pública, otro de los elementos que lastran la recuperación económica, la propuesta es refinanciar dicha deuda de la manera siguiente, mantener la deuda más antigua bajo las mismas condiciones en las que se emitió hasta llegar al 60% de deuda sobre el PIB, en cuanto al resto (no entro si es, o no legítima dicha deuda) de la deuda se renegociaría como una nueva deuda, a cupón cero y a 25/30 años de plazo.

Esta propuesta requiere necesariamente la regeneración del sistema político porque si no fuera así, se abriría un cheque en blanco a la corrupción.

Esta medida que proporcionaría el aire que necesitan las arcas públicas creo que sería bien acogida por los inversores internacionales ya que evitaría tener que realizar una quita que les supondría unas pérdidas medias del 70% de la inversión. Estoy convencido que esta medida de refinanciación no caería en saco roto y además permitiría  eliminar una buena parte de los intereses que paga ahora España y destinar ese dinero a otros fines.

La nueva deuda se podría amortizar con anterioridad sin coste alguno para el emisor.  

Una vez expuestas algunas medidas referidas al sistema financiero, pasaré a medidas a implementar en la economía real. Y la primera de ellas sería el rescate a los ciudadanos con hipotecas en mora o en peligro razonable de mora.

Esta medida tendría los mismos fondos equivalentes al 10% del PIB y se haría mediante la titulización de dichas hipotecas y con el aval del Estado.

Frente a la mayoría de los economistas que mantiene que una hipoteca de vivienda en mora es un peligro que debe ser liquidado lo antes posible. Mi punto de vista es completamente diferente y se basa en el sentido común y observando que la mayoría de las personas que han realizado impagos son deudores de buena fe y que mientras fueron capaces de pagar lo hicieron incluso más allá de sus posibilidades. Esto me lleva necesariamente a pensar que estos deudores de buena fe si tuvieran la posibilidad de pagar lo harían de manera prioritaria.

Las medidas a tomar serian, serian similares a las que tomó Roosevelt y que consistían en dar un periodo de carencia de x años a quienes no tuvieran medio alguno para pagar y que si persistiera se les concedería un alquiler social hasta que mejorase su situación económica y pudieran de nuevo volver a pagar el crédito hipotecario con normalidad.  

Otra medida sería el alargamiento del periodo de vida de la hipoteca y la revisión de intereses a tipo BCE + diferencial. Este aumento del periodo de vida de la hipoteca, más la disminución de los tipos de interés permitiría a las familias afrontar un pago mensual menor y que como máximo sería el 40% de los ingresos totales de la familia.

Es evidente que si alguien gana 1.000€ y tiene que pagar 800€ de hipoteca va a dejar de pagar, pero si esa hipoteca se queda en 400€ se esforzará todos los mese en hacer frente a la misma.

Algunos podrán calificarme como un ingenuo, pero estoy seguro que los impagos que pueden suponer estas medidas serán muy inferiores a lo que ha podido costar el rescate a la banca privada.

Al mismo tiempo, el hecho de titulizar estas hipotecas supone una que serán los propios hipotecados los que se hagan cargo con sus aportaciones de ir pagando las emisiones de deuda provocando un mínimo efecto sobre la arcas públicas y con ello sobre el déficit público.

Esta medida de priorizar a los ciudadanos, frente a los bancos tendría un efecto extraordinario sobre la economía real ya que al tener ciudadano mayor liquidez, el consumo interno aumentaría, permitiendo a las empresas volver a la senda del crecimiento.

Para que este efecto sobre el consumo y la liquidez de los ciudadanos pudiera impulsarse más rápidamente, los impuesto indirectos como el IVA, volverían aniveles del 16% lo que abarataría el precio de los productos y permitiría un mejor acceso al consumo por parte de los ciudadanos y con ello a una mayor producción de las empresas.

Como consecuencia de estas dos medidas, aumentaría el volumen de ventas de las empresas y con ello la necesidad de contratar nuevos trabajadores reduciendo las cifras de desempleo, provocando un efecto de retroalimentación, mayor consumo, más necesidad de empleo, mayor producción.

Al contrario de lo que pudiera parecer, estas medidas no provocaran la disminución de ingresos por parte del Estado, muy al contrario, los ingresos aumentaran por el efecto regenerador de crecimiento. Mayor consumo, más factura por IVA el Estado, mas nominas pagan la SS, más elementos económicos participan en el pago de impuestos.

Todo esto se complementaría la necesaria lucha contra “el gran fraude fiscal” y con una mejor distribución de los tramos del IRPF, aumentando el mínimo desgravable y al mismo tiempo aumentando el porcentaje a aportar de los tramos más altos.

Tras ver medidas sobre el sistema financiero, banca pública, impuestos, refinanciación ciudadana, etc, el última medida que propondré en este artículo será la gestión de la inversión pública.

La inversión es una de las armas que junto a los impuestos posee el Estado para estimular el crecimiento económico. Hay que pensar que por cada euro invertido por el Estado, se obtiene un beneficio de más del doble en la economía real, pero esta inversión carece de sentido cuando una autovía cuesta en España, el doble que en Alemania. La corrupción campa a sus anchas y dobla o triplica el valor de las obras públicas anulando el efecto multiplicador que debería tener sobre la economía real.

Por ello, este capítulo debería ser controlado con especial eficacia y por ello sería necesaria una  legislación muy estricta no sólo a la hora de otorgar los concursos públicos, sino a la hora de su seguimiento para eliminar o reducir a la mínima expresión el aumento exponencial de los presupuestos. Estas  medidas no sólo serían civiles, sino penales con el fin de evitar tentaciones y que el delincuente supiera que si se le detecta, no sólo va a perder el beneficio obtenido ilícitamente, sino que va a ir una buena temporada a la cárcel.

Estas son algunas medidas a tomar, cierto es que habría que precisarlas más y tan sólo son una pequeña parte de lo que se puede hacer.

Aquel que haya sido capaz de terminar este largo artículo creo que puede eliminar esa falacia de que los movimientos sociales carecen de ideas concretas económicas para hacer frente a la crisis.

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